Aparentemente lo hacen todo
correctamente, y no obstante se equivocan, su técnica se muestra ineficaz y nada
“funciona”, los músculos “se desconectan” justo cuando se les necesita, y cómo
las antiguas lesiones pueden inhibir el rendimiento presente (especialmente en las
áreas de precisión, velocidad de reacción y coordinación) aun cuando el
deportista no esté pensando conscientemente en la lesión original.
La respuesta es: desequilibrio muscular producido por las “tres
grandes” causas de estrés o tensión del músculo, o sea, tensión mental, tensión
física, tensión química. Una de estas causas, o todas ellas, puede ocasionar la
“desconexión” de los músculos del cuerpo, haciendo que se sientan débiles,
vacilantes e inseguros.
Pensemos de nuevo en el trío de causas de salud. El dolor
conduce a la tensión mental impidiendo un raciocinio claro. Los pensamientos
negativos y confusos implican preocupaciones y una mala digestión, con la
consecuencia de una deficiente asimilación de vitaminas y minerales y una
toxicidad elevada en el sistema. La tensión química, debida a alimentos equivocados,
a una asimilación deficiente, y a la deshidratación y pérdida de minerales a
través del sudor, conduce a la inanición muscular y a la obstrucción de las fibras
musculares con productos de desecho, lo cual significa que se fatigan y actúan incorrectamente.
Esa respuesta incorrecta es desalentadora y conduce a unas tentativas demasiado
duras, y entonces se producen las lesiones y se causa dolor.
En resumen, los deportistas se equivocan porque cometen uno
o varios de los errores anteriores y entran en una progresiva espiral
descendente.
Sólo cuando funciona perfectamente todo el mecanismo del cuerpo,
puede esperarse una suave mejoría, para una buena coordinación, prevención de
lesiones y confianza en alcanzar el éxito y el máximo potencial, así como
satisfacer el afán de triunfo que es parte de todo deportista entusiasta.
¿Cómo hacerlo? Preguntando al cuerpo lo que desea.
¿Cómo preguntarlo? Por medio del test o examen muscular
realizado por su Osteópata o Masajista.
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