miércoles, 12 de septiembre de 2018

ALIMENTARNOS PARA EL OTOÑO



Hola, soy Ivan Nogués y voy a hablaros de COMO PREPARARNOS PARA EL OTOÑO



La energía del otoño es descendiente. La naturaleza está en una fase de contracción, recogimiento y enfriamiento. Lo vemos reflejado en los días de lluvia, la pérdida de hojas de los árboles, la emigración de algunas aves y la disminución de horas de luz. Si hemos aprovechado la oportunidad de transición del verano tardío nuestro cuerpo tendrá más calor corporal y estará protegido. Entrará al otoño con el centro y la estabilidad necesaria para hacer frente a los días lluviosos y frescos.

Estos cambios externos nos afectan física y psíquicamente. La naturaleza nos invita al recogimiento y a la interiorización. Si hemos hecho una correcta transición veremos que seguimos teniendo energía, aunque orientada de forma distinta, no tan expansiva. En cambio si no hemos escuchado a nuestro cuerpo ni le hemos dado los alimentos y cuidados necesarios para armonizarlo, es posible que los cambios nos cojan desprevenidos. Nos desequilibren tanto a nivel físico con resfriados y molestias respiratorias y alergia. En el aspecto psíquico con melancolía, tristeza, apatía o estados depresivos. Nos cuesta movernos y nos aferramos a los hábitos aún a sabiendas de que nos perjudican.

Necesitamos remineralizar, reforzar y contraer-calentar ligeramente el cuerpo (la época expansiva está llegando a su fin). Reponer las reservas de grasas y minerales que hemos perdido en los meses de calor y así preparar al organismo para que pueda afrontar el invierno.

Al  verano tardío ya empezamos a reducir el consumo de frutas crudas y ensaladas y a introducir alimentos más consistentes y cocinados. En el otoño seguimos concentrando: predominan los platos más calientes aunque sin olvidar algún toque fresco para conservar la polaridad y no irnos a un extremo. Estos cambios nos aportarán nutrientes y minerales calentando y contrayendo suavemente nuestro organismo de forma que llegue al invierno reforzado.





La clave está de nuevo en la auto-observación. Si nos sentimos débiles y con frío y propensión a resfriados y molestias respiratorias, si padecemos trastornos intestinales es señal de que no estamos haciendo bien la transición del calor al frío. Tendremos que revisar nuestra alimentación y hábitos para detectar por donde se nos escapa la energía. Luego hacer los cambios necesarios para solucionar las molestias. Quizás estamos tomando helados, zumos y bebidas frías. Puede que demasiada comida fría y ensaladas. Puede que simplemente comamos de forma desordenada y caótica. Sin un propósito claro con lo que nuestro cuerpo se dispersa y desaprovecha su energía vital.